martes, 2 de diciembre de 2014


BAÑOS DE VAPOR QUE LAVAN LA SANGRE Y CURAN

No son saunas ni baños turcos. Son baños de vapor terapéuticos que desintoxican y complementan tratamientos para graves enfermedades aunque también sirven para personas sanas que quieren cuidar su salud.

Su creador es Manuel Lezaeta Acharanfue un investigador de la medicina naturista, abogado, profesor y escritor chileno que revolucionó la medicina de fines del siglo 19 y comienzo del 20.

“Le llamó ‘lavados de sangre’, porque los baños provocan una serie de reacciones nerviosas y circulatorias provocadas por las frecuentes abluciones de agua fría sobre la piel” explica Juan Alberto Quinteros, naturópata de la Villa de Vida Natural .

Dice que la piel es el tercer riñón y el tercer pulmón, de ahí que a través de la piel se vayan sacando toxinas y regulando las temperaturas de todo el cuerpo.

El baño en sí, consiste en someterse al vapor que emerge de las aguas calientes que pasan por debajo de los cajones de madera, donde la cabeza permanece en la superficie. El agua tiene además una azotina de Ortiga.

Entonces se alterna calor y frío. Calor con el vapor y frío al frotar todo el cuerpo con una toalla con agua fría, bien fría.

“Se obtienen sucesivas congestiones y anemias en la superficie e interior del cuerpo, con lo que se produce un flujo y reflujo sanguíneo de su interior a su superficie y viceversa, permitiendo así realizar un verdadero lavado de sangre a través de los poros de la piel”, asegura el terapeuta.

Es un procedimiento natural que puede durar hasta 1 hora o más y se hace desnudo. Las frotaciones las hace cada uno a su propio cuerpecito previa instrucción de cómo hacerlo.

Al finalizar el baño, además de la limpieza interior, la piel quedará lozana y reluciente. “La piel al ser exfoliada recupera su hidratación, porque se contrae y humecta”, añade Quinteros.

Eficacia comprobada

Una de las conclusiones que llegó Lezaeta es que la causa de cualquier enfermedad está en la temperatura y por eso funcionarían estos “savados de sangre”.

“El maestro entró a la escuela de medicina en 1899, después fue desahuciado pero se sanó gracias a los tratamientos que de su guía, el sacerdote Capuchino Tadeo de Wisent, donde los baños de vapor fueron parte importante en su recuperación además de la alimentación”, comenta Juan Alberto Quinteros.

Claro, los baños de vapor no los inventó él, pero si perfeccionó el método que venía de Alemania. Lo que hizo fue cambiar el procedimiento de frotación con agua helada, acortando el tiempo de exposición al vapor que era de 20 minutos a sólo 5.

Los “lavados de sangre” están indicados para pacientes cardíacos, diabéticos, hipertensos, enfermos de la piel, fibromialgia, de huesos, asmáticos y con cáncer.

“Es fundamental en cada caso evaluar antes para determinar de qué manera y en cuánto tiempo tomarlo, eso es parte de nuestro protocolo”, afirma el naturópata que también es iriólogo.

Desde ese conocimiento lo que hace es determinar la causa de las dolencias, basado en el criterio de la “Doctrina Térmica de la Salud”.

Para entender esta doctrina, Lezaeta afirmaba “sangre pura, nervios sanos, órganos sanos, salud total. No hay que curar solo normalizar poniendo el cuerpo en equilibrio térmico”.

Incluso, el mismo Juan Alberto Quinteros cuenta que son numerosos los casos que han atendido con resultados extraordinarios. “Esta es otra mirada de la salud y las herramientas que tenemos para curar. No hay enfermedades sino solo enfermos, donde en la naturaleza está la cura”.

Después de un “lavado de sangre” se recomienda caminar o hacer algo de ejercicios. La idea es que el cuerpo se caliente corporalmente.

Y si le gustó y se decide probar, aconsejan que es indispensable no haber comido durante 4 horas o más

FUENTE: http://www.emol.com/

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