¿QUÉ PUEDO HACER YO CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO
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Gestos sencillos como desenchufar los aparatos, aparcar el coche o elegir métodos de transporte alternativos al avión reducen la emisión de gases de efecto invernadero
Pocas personas dudan ya de la magnitud del problema al que se enfrenta la humanidad debido al calentamiento global por la emisión de gases de efecto de invernadero (GEI), que proceden en un 90% de la quema de combustibles fósiles y de la industria. Los datos son contundentes: en 2017 se alcanzó un récord de 53,5 gigatoneladas de CO2 equivalente, con un aumento de 0,7 gigatoneladas respecto a 2016 y la tendencia al alza continua. Entre estos gases, el dióxido de carbono (CO2) es el responsable de dos tercios de las emisiones y, por lo tanto, el enemigo número uno a batir reduciéndolo a niveles que puedan absorber los océanos, el suelo y los bosques. En España, el sector residencial es el responsable de aproximadamente el 30% del consumo energético total, repartiéndose entre el hogar (18%) y el transporte con vehículo particular (12%). Los políticos son actores principales en esta batalla y está en su mano impulsar medidas imprescindibles como la implantación de energías renovables, pero el ciudadano también cuenta con opciones para reducir la huella de carbono que provoca con su actividad diaria y estilo de vida.
¿Qué es mejor el coche, el avión o el tren?
Los expertos no lo dudan: hay que prescindir del coche siempre que sea posible y cambiarlo por caminar, ir en bicicleta o en transporte público. Vivir sin vehículo supone la disminución de 2,4 toneladas anuales de CO2 por persona. En el caso de viajes de larga distancia, el tren es la opción más sensata. El avión, sin embargo, es el transporte que más emisiones causa. Un vuelo de ida y vuelta a un destino a 2.500 kilómetros provoca la emisión de gases de efecto invernadero que equivalen a 1,3 toneladas de CO2 por cada pasajero a bordo, indica Greenpeace. Una tonelada de este gas es lo que emite para alimentarse, calentarse, desplazarse... un europeo de media en algo más de un mes.
También existe la opción de adquirir un coche eléctrico, que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero, al ser alimentados por baterías cargadas previamente en la red. Pero su producción también deja una huella importante de carbono.
Electrodomésticos a la última
Los electrodomésticos ocupan el segundo puesto en cuanto al consumo de energía en el sector residencial según el IDAE con un 24,9% del gasto total, así que es interesante optar por los más eficientes. El mayor gasto corre a cargo del frigorífico (662 kWh al año) y el congelador (563 kWh), que están siempre encendidos; la televisión (263 kWh); la lavadora (255 kWh); la secadora (255 kWh) y el lavavajillas (246 kWh), indica la OCU. El cambio de una nevera antigua por una de clase A+++ supone un 60% menos en consumo. La ventaja es también económica y sustituir un combi (frigorífico con congelador) de hace 15 años por uno de alta eficiencia supone un ahorro económico de 120 euros anuales, según el estudio realizado por la Asociación Nacional de Fabricantes de Electrodomésticos (Anfel).
¿QUÉ HACE CON RESPECTO AL CAMBIO CLIMÁTICO?
Hay trucos para aminorar el gasto como ubicar la nevera lejos de fuentes de calor, no introducir en ella un plato cocinado que esté caliente, abrir la puerta lo menos posible y evitar dejarla de par en par cuando se introduzcan o saquen alimentos. En el horno es similar, cuando se abre se pierde alrededor de un 20% de la energía acumulada dentro y no es necesario precalentar cuando son cocciones de más de una hora. También es aconsejable limpiar una o dos veces al año la rejilla trasera del frigorífico, porque la suciedad puede incrementar el consumo. La temperatura adecuada son cinco grados en la zona media y -18 en el congelador.
A la hora de la colada, lo óptimo es usar agua fría y olvidarse del prelavado, porque la mayor parte de la energía se consume en calentar el agua. Y es más eficiente hacerlo a máquina que a mano. Un estudio publicado en Environmental research letters de Seth Wynes y Kimberly Nicholas en 2017, concluye que usar las lavadoras con agua fría evita lanzar a la atmósfera 0,24 toneladas de dióxido de carbono al año por hogar, mientras que la opción manual evitaría 0,21 toneladas.
Casa confortable y ahorradora
La calefacción representa casi la mitad (un 46%) del consumo energético de los hogares españoles, indica el IDAE. La temperatura para mantener la vivienda con una sensación térmica confortable se encuentra entre 9 y 21 grados y por la noche entre 15 y 17. Cada grado de aumento implica entre un 7 y un 10% más de energía. Es importante contar con termostatos que controlen los grados, además de evitar escapes de calor o entrada de frío. Para evitarlo, hay que revisar puertas y ventanas además de utilizar trucos como bajar las persianas por la noche, mantener cerradas las puertas de las habitaciones donde existan rejillas o aberturas que haya que tener abiertas por seguridad o ventilar en 10 minutos.
El aire acondicionado supone el 1% del consumo total de la energía de la casa. Se puede conseguir hasta un 60% de ahorro de energía instalando toldos en las ventanas donde da el sol, y aislando adecuadamente los techos y muros. El IDAE aconseja fijar la temperatura de refrigeración en 26º, usar ventiladores preferentemente de techo. El Instituto advierte también que al encender el aire acondicionado no se debe ajustar el termostato a una temperatura más baja de lo normal: "no enfriará la casa más rápido y se provoca un consumo excesivo e innecesario".
Agua caliente sanitaria
El tercer devorador de energía en una casa con un 19,6%. Cada vez que se demanda agua caliente se encienda la caldera, con un incremento del consumo. Una ducha es tan eficaz para nuestra higiene como un baño, pero consume cuatro veces menos agua y energía. Una temperatura entre 30°C y 35°C es más que suficiente. Si la caldera no sobrepasa esas cifras no será necesario mezclar con agua fría.
El consumo fantasma del stand by
Televisiones, ordenadores, equipos de música, impresoras... El IDAE advierte de que no se debe dejar estos aparatos en modo espera (stand by), hay que desenchufarlos de la red. Si se utiliza una regleta, se apagarán todos a la vez y se podrá conseguir ahorros superiores a 40 euros anuales. También hay que evitar dejar enchufados cargadores y transformadores sin que estén cargando porque consumen.
Iluminación inteligente
Es conveniente apagar las luces, aunque se abandone el lugar por poco tiempo. Las lámparas de bajo consumo son más caras que las bombillas convencionales pero se amortizan mucho antes de que termine su vida útil (entre 8.000 y 10.000 horas). Duran ocho veces más que las convencionales, proporcionan la misma luz y consumen entre un 20% y un 25% de la electricidad que necesitan las incandescentes. Su uso es muy recomendable, dice el IDAE. Las luces LED también son aconsejables, pero para el uso en el hogar el IDAE se decanta por las de bajo consumo comparando la relación calidad/precio. Sustituir las bombillas por otras más eficientes ahorraría al planeta 0,1 toneladas de CO2 por hogar al año. Para las zonas muy transitadas lo ideal son los interruptores de presencia.
Carpetazo al derroche
Reducir, reutilizar y reciclar, la regla de las tres erres fundamental para frenar el cambio climático. Primero pensar antes de consumir, después optar por la segunda mano o buscar opciones para lo que se vaya a prescindir y, en tercer lugar, separar los productos que sean reciclables con el fin de que no acaben en un vertedero sin tratar. Porque, por ejemplo, reciclar una lata de aluminio puede ahorrar el 90% de la energía necesaria para producir una nueva. La reutilización de la ropa que no usamos reduce el uso de recursos como el algodón y el petróleo. También se puede alargar la vida de los aparatos arreglándolos y dejar de lado la obsolescencia programada.
Cerco a los plásticos
El 6% del petróleo que se consume en el mundo se destina a la fabricación de plásticos y en 2050 ese porcentaje se incrementará a un 20%. Se calcula que cada año acaban en los mares ocho millones de toneladas de plástico de toda la producción, que el año pasado alcanzó los 335 millones de toneladas. Estos restos han pasado a los peces y al intestino humano. Desde el 1 de julio de este año se ha prohibido la distribución gratuita de bolsas de ese material, pero en las superficies comerciales de alimentación, este material continúa ocupando metros y metros de estanterías. Dada la situación, los expertos recomiendan no utilizar utensilios de plástico de usar y tirar, comprar los productos a granel y utilizar para su transporte de bolsas de tela, el clásico capazo, los carritos de compra o las mochilas. El uso medio de una bolsa de plástico es de 12 minutos y tarda décadas (en el mejor de los casos) en degradarse, recuerda Greenpeace. Y una botella de plástico, 500 años.
Servilletas de tela mejor que de papel
Los bosques son uno de los principales sumideros de carbono y, al mismo tiempo, son los proveedores de la materia prima para producir papel. Para reducir su consumo, se debe racionalizar su uso optando, por ejemplo, por servilletas de tela, además de fotocopiar e imprimir lo menos posible y, cuando no haya más remedio, hacerlo a doble cara. Y no olvidar el reciclado, porque cada tonelada de papel que no va a la basura y se trata evita talar 17 árboles.
Dieta cercana, de temporada y más verde
Apostar por los alimentos de proximidad y de temporada, que evitan transportes kilométricos, supone una menor huella de carbono. Ecologistas en Acción indica que la ganadería causa el 14,5% de las emisiones de gases de efecto invernadero, debido sobre todo a que libera la cuarta parte del metano que va a parar a la atmósfera por la fermentación intestinal y la putrefacción de los excrementos, además de necesitar un uso intensivo de agua. Los expertos recomiendan consumir más fruta y verdura y moderar el consumo de carne.
Energías renovables
Hoy en día el ciudadano puede elegir el tipo de energía que consume tanto con instalaciones propias como por medio de las empresas distribuidoras, que puede ser 100% verde. Solo es necesario cambiar el tipo de contrato. No todas las grandes empresas energéticas de referencia cuentan con esta opción, pero existen cooperativas de consumo y pequeñas comercializadoras. Hay que cerciorarse de que esta elección no conlleva costes adicionales de instalación.
FUENTES: FRANCOIS MORI AP
ESTHER SÁNCHEZ
https://elpais.com/sociedad/2018/12/14/actualidad/1544787347_859716.html?id_externo_rsoc=FB_CC&fbclid=IwAR0JCLaVpnbZekMvNzcjRZVPDN2P74RXPCJN3w8lm2nhUol0Dvr_7K2-ELU
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