miércoles, 29 de abril de 2020




TORTITAS DE VERDURAS

Para cocinar este plato me inspiré en un plato de tortitas de patata, muy popular en las cocinas rusa, polaca y judía. Tradicionalmente se cocina con patatas crudas ralladas, cebolla y huevos. Pensé en como modificar esta receta, y decidí añadir otras verduras.

Aquí tenéis mi versión vegana y sin gluten.

Ingredientes:
5 patatas grandes
2 zanahorias
2 tallos de apio
1 cebolla
2 dientes de ajo
1 cucharadita de estragón
1 cucharadita de mejorana o tomillo
3-4 cucharadas de harina de garbanzos (la cantidad de harina depende de la cantidad de verduras que tengamos)
Sal y pimienta al gusto
Aceite de de oliva
10 champiñones
1/2 cebolla (para los champiñones)

Preparación:
Todos los vegetales ( las patatas, las zanahorias, el apio, la cebolla y el ajo) los rallamos en un rallador, o los cortamos en trozos y los picamos en un procesador de alimentos. 
Añadimos la harina de garbanzos (mejor si la añadimos poco a poco, para obtener una buena masa compacta), las especias y lo mezclamos todo bien.

Echamos un chorro de aceite de oliva en una sartén y la precalentamos. Con una cucharada sopera ponemos nuestra masa de verduras en el aceite cuando esté bien caliente. Después de unos minutos le damos la vuelta para freírlo por el otro lado.

Después de sacar las tortas de la sartén, las ponemos en una toalla de papel para eliminar el exceso de grasa.

Cortamos los champiñones (en rodajas, en cuartos, triángulos, cuadrados… como prefiramos) y los freímos con la cebolla. Cuando los champiñones estén suaves y doraditos los ponemos encima de nuestras tortitas. ¡

Ya esta!

FUENTE: https://whatlenalikes.es/2015/12/08/tortitas-de-verduras/



ZUPPA DI ZUCCHINE AL CURRY CON MELA E NOCCIOLE TOSTATE

Se abiti in campagna saprai che in stagione verdura e frutta maturano tutte assieme e per non mangiare ogni giorno le stesse cose occorre essere creativi e improvvisare.

Con questo spirito, con la voglia di un nuovo sapore e con poca voglia di stare ai fornelli col caldo che fa, mi sono preparata una zuppa che definire azzeccata è riduttivo.
E’ anche velocissima e facile da fare il che non guasta.

Dosi per 4
1 scalogno;
1 spicchio aglio;
4 grosse zucchine;
1 mela;
un pugno di nocciole sgusciate;
1 cucchiaino Curry Madras;
1 cucchiaio granulare per brodo vegetale senza glutammato;
mezzo bicchiere vino bianco;
olio extra vergine di oliva;
sale.

Preparazione
Sbuccia e affetta lo scalogno.
Sbuccia anche lo spicchio di aglio, privalo del suo germoglio interno e spezzettalo.

Fai dorare il tutto, in olio extra vergine di oliva, nella pentola a bordi alti che conterrà la zuppa.
Aggiungi un cucchiaino di sale e uno di Curry.

Ci sono infinite miscele di Curry, la mia preferita è quella tipica della regione di Madras da cui prende appunto il nome.
Il Curry si contraddistingue anche per i diversi livelli di piccantezza, personalmente non amo il piccante ‘atomico’ quindi mi oriento sempre verso quello che si chiama Mild, cioè il più morbido.

Lascia che il Curry tosti leggermente assieme alle verdure poi bagna con il vino bianco e lascia sfumare.

Lava le zucchine e tagliale a pezzi, aggiungile alle verdure speziate dal Curry e mescola per insaporire.
Lascia cuocere a recipiente coperto per dieci minuti quindi aggiungi 800 ml circa di acqua calda e il granulare per brodo vegetale.
Mescola e completa la cottura, con il coperchio per circa dieci o quindici minuti.

Frulla il tutto con il frullatore a immersione, porta nuovamente la pentola sul fuoco e fai arrivare a ebollizione
per eliminare le molecole di aria incorporate frullando.

Tosta le nocciole, in forno o in padella come preferisci, e tritale grossolanamente con un coltello.


Sbuccia la mela, elimina il torsolo e tagliala a cubetti della dimensione di una nocciola.
Ti suggerisco di conservare questi cubetti di mela in una coppetta di acqua gassata fredda.
L’anidride carbonica è un ottimo antiossidante.

Servi la zuppa di zucchine al Curry ben calda decorata con i cubetti di mela e con le nocciole tritate.

Spero che apprezzerai come la mela ammorbidisce e accompagna il Curry e anche l’apporto croccante delle nocciole che sottolinea i sapori.

FONTE: https://cucinaresuperfacile.com/primi-piatti-veg-senza-glutine/zuppa-di-zucchine-al-curry-con-mela-nocciole-tostate/



PURÉ PICANTE DE LENTEJAS

Ingredientes
150 gr Lentejas
1 Pimiento verde italiano
1 Cebolla pequeña
1 Diente de ajo
2 cucharadas de cacahuetes crudos
Pimentón picante
1 Guindilla
Comino
Jenjibre en polvo
Pimienta negra molida
2 cucharadas Zumo de limón
2 vasos de Agua
Sal

Elaboración
Deja remojar en agua, la noche de antes, las lentejas. Si tienes lentejas peladas, de las que no necesitan remojo, sáltate este paso.
Pon en una cazuela las lentejas escurridas, el pimiento y la cebolla picados finos, la guindilla, una pizca de jenjibre, otra de pimentón picante, el zumo de medio limón, los cacahuetes picados y el ajo majado en el mortero con unos granos de sal y una pizca de comino.
Vierte el agua encima y llévalo a ebullición. Cuécelo a fuego lento unos 30-40 minutos, o hasta que el líquido se haya absorbido. Remueve de vez en cuando con una cuchara de madera.
Retira del fuego, aparta la guindilla, salpimenta al gusto y pasa por la batidora.
Sirve bien caliente, con unos picatostes de pan frotados con ajo.

FUENTE: https://eldelantalverde.wordpress.com/2006/02/28/pure-picante-de-lentejas/




PASTA DI LENTICCHIE CON TOFU E VERDURE

INGREDIENTI DELLA RICETTA:
100 grammi pasta di lenticchie rosse
150 gr di tofu biologico
4 funghi champignon
1 pomodoro maturo
1 cucchiaio di aceto di mele biologico
1/2 cucchiaino di curry in polvere
1/2 cucchiaino di curcuma in polvere
pepe q.b
noce moscata q.b
3 foglie di basilico
origano secco
1 cucchiaio di semi di canapa biologic
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PREPARAZIONE DELLA RICETTA:
In una ciotola marinare il tofu tagliato a cubetti, il pomodoro tagliato a cubetti, i funghi tagliati a listarelle con un cucchiaio di aceto di mele, il curry, la curcuma, la noce moscata, foglie di basilico e origano e tenere da parte.
In una casseruola portare a bollore l’acqua e cuocere i sedanini di lenticchie per 5 – 7 minuti in base a quanto la volete al dente.
Una volta scolata conditela insieme al tofu marinato con pomodori e funghi (un filo di olio extra vergine di oliva se gradite).
Al momento di servirla coprirla con il cucchiaio di semi di canapa e qualche altro ciuffetto di basilico.
Super deliziosa, proteica e nutriente 🙂

FONTE: http://www.unavnelpiatto.it/ricette/pasta-lenticchie-tofu-verdure.php



CURRY DE COLIFLOR

Tiempo total: 25 min.
Preparación: 25 min.
Porciones: 4

Ingredientes
1/4 taza aceite
1 cdita jengibre fresco rallado
1 diente de ajo majado
1/2 cdita cúrcuma, de cilantro y de comino molidos
1/2 cdita semillas de mostaza blanca
1/4 cdita pimienta de cayena
1 coliflor mediana, limpia de hojas y cortada en ramilletes
1 y 1/4 tazas agua o de caldo de verduras
1 taza guisantes congelados
2 tomates maduros picados
2 cdas perejil picado
1/2 taza anacardos tostados u otro tipo similar de fruto seco

Preparación
Caliente el aceite en una cacerola grande y saltee ligeramente el jengibre, el ajo y las especias sin dejar que se doren.

Agregue la coliflor y el agua, remuévalo todo y póngalo a hervir. tape la cacerola y déjelo cocer todo hasta que la coliflor esté tierna, unos 10 min.

Incorpore removiendo los guisantes, los tomates y el perejil y déjelo cocer todo sin tapar hasta que los guisantes estén tiernos, unos 4 o 5 min. añada los frutos secos y sírvalo todo sobre un lecho de arroz integral al perejil.

FUENTE: Ivana Kusman
https://www.hazteveg.com/receta/1415/curry-de-coliflor



RICETTE VEGANE CON BROCCOLI E CAVOLFIORI: 15 RICETTE DA PROVARE




EL CORONAVIRUS NOS MUESTRA CÓMO SALVAR EL MUNDO

Si todos nos quedamos en casa por responsabilidad, debemos exigir a nuestros gobernantes que tomen las medidas drásticas y que destinen los recursos económicos necesarios para hacer los cambios que la emergencia climática requiere: con la misma pedagogía que estamos viendo estos días, explicando la verdad y alertando de las consecuencias.

En 2006 se estrenó Una verdad incómoda, el documental que consiguió que la opinión pública de todo el planeta supiera que las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por la actividad humana estaban aumentando la temperatura de la atmósfera, provocando un cambio climático a escala planetaria que amenaza a todos los seres vivos. La cinta, cuyo protagonista era Al Gore, exvicepresidente de los EE.UU., recibió todo tipo de críticas y ataques. Durante años, los poderes económicos a quienes perjudicaba la idea de reducir emisiones invirtieron millones en negar la evidencia. Aún lo hacen. Afortunadamente, el documental fue un fenómeno mundial, ganó el Oscar y Al Gore se convirtió en un referente en la lucha ambiental, recibiendo el Nobel de la Paz junto al IPCC y fundando The Climate Reality Project para difundir el reto de la amenaza climática.

Desde entonces, a pesar de que las predicciones se han convertido en evidencias y que todos somos conscientes de la dimensión de la amenaza, seguimos sin realizar avances significativos que reduzcan las emisiones que causan huracanes, inundaciones, sequías y olas de calor con un gran impacto en las poblaciones más vulnerables del planeta. Además, en las ciudades, la contaminación por partículas, lejos de reducirse, crece también cada año, provocando 9 millones de muertes prematuras por la mala calidad del aire y más de 33.000 en el caso de España.

Toda la comunidad científica y estamentos tan importantes como las Naciones Unidas han impulsado y reclamado un cambio de rumbo urgente que no llega, una transformación profunda de los sectores de la energía, la movilidad y la industria que no acaba de darse. Las sucesivas cumbres del clima transmiten año tras año la frustración de toparse con las reticencias de países que anteponen sus intereses económicos al bien común. Pasa el tiempo y la sensación de que el cambio es imposible crece entre la población que asume, impotente, un destino aciago.

La realidad es tozuda pero el ser humano también. Como decía Sinclair, «es muy difícil que alguien comprenda algo cuando su sueldo depende de que siga sin comprenderlo». En conclusión, seguimos sin hacer nada efectivo, surge el desánimo y algunos dicen que ya no hay nada que hacer. Sin embargo, si algo ha dejado en evidencia esta crisis sanitaria que estamos viviendo con el COVID-19, es que sí se pueden cambiar muchas cosas. Mucho más de lo que creíamos. Los Estados tienen herramientas poderosísimas para cambiar el statu quo en poco tiempo, lo están demostrando. ¿Quién hubiera pensado que de un día a otro podríamos parar la economía de todo un país? Nadie, hasta hoy. Se han movilizado todas las fuerzas de seguridad y todos los recursos económicos, como si las arcas del Estado no tuvieran límite. «Todo lo necesario», se nos dice.

Sin embargo, hace poco se declaró en Europa y más tarde en España, la emergencia climática sin dotarla de recursos, sin medidas específicas. Otra demostración más de cómo hemos asumido hasta ahora el mayor desafío al que se enfrenta la humanidad. Pero eso va a cambiar, tiene que cambiar, ahora sabemos que podemos cambiarlo. Gracias a esta crisis del coronavirus sabemos que, si lo consideramos necesario, existen recursos, que la sociedad puede reaccionar ante la amenaza cuando descubre que le afecta y que realmente tiene herramientas poderosas, inteligencia y capacidad para actuar con rapidez.

Descarbonizar la economía y la movilidad
Así que, ¿por qué no empezar ahora mismo? ¿Por qué no aprovechar el estado actual para empezar a tomar medidas? ¿Por qué no salimos de la crisis impulsando la economía verde? Tenemos que recomenzar muchas cosas, ¡hagámoslo bien! Evitemos que la reactivación, cuando salgamos de la cuarentena, venga asociada de nuevo a emisiones desmesuradas.

Igual que hemos destinado miles de millones a sostener la economía por un estado de alarma de unas semanas, podemos destinar fondos y esfuerzo para realizar las transformaciones que la emergencia climática demanda y que llevan tiempo esperando. Por ejemplo, si debido a la reducción de actividad ha caído la demanda eléctrica, paremos definitivamente el carbón y también las térmicas de ciclo combinado que estén paradas o produciendo lo mínimo. España tiene sobreoferta energética y es posible vivir sin ellas. Además, instalar tejados solares masivamente no solo nos ahorraría la dependencia del petróleo y mejoraría la calidad del aire, sino que crearía miles de puestos de trabajo, bajando el precio de la luz que pagamos cada uno y empoderando al propio consumidor como productor de su propia energía.

Pongamos todos los recursos necesarios para transformar el sistema de movilidad en tiempo récord, instalando miles de cargadores de alta capacidad, impulsando un transporte público eléctrico y subvencionando la compra de coches eléctricos, inaccesibles ahora mismo para muchos.

El tren puede sustituir a miles de vuelos de corta distancia, altamente contaminantes y perfectamente evitables. Si las aerolíneas reflejaran el coste de contaminar en el precio, se reducirían los vuelos al mínimo. Potenciemos el tren de corta y media distancia y, en el caso de los vuelos que no se puedan sustituir con tren, hagamos que el coste del pasaje incluya el precio de las emisiones de carbono asociadas. Potenciemos también el que las mercancías viajen por tren en vez de por carretera al tiempo que llevamos a cabo una reconversión del transporte por carretera acelerando una transición hacia el hidrógeno y la electricidad.

La expansión del virus ha sido posible gracias a un sistema de transporte globalizado que obvia el impacto de las emisiones de la aviación y promueve la interconexión sin límites. Resulta frívolo pensar que podemos contaminar enormemente solo para ir a pasar un fin de semana a Londres o a Milán, y que lo asumimos como si no importara. Pero lo hace. No nos podemos permitir una sociedad que renuncia a reducir sus emisiones y mantiene sus comportamientos caprichosos.

El turismo, por ejemplo, hoy tal y como está concebido, es ambientalmente insostenible y requiere uno de los cambios más profundos. Pues bien, si realmente queremos enfrentar la crisis climática también deberemos aceptar y promover que las aerolíneas y el turismo tengan mucho menor impacto. Y es un buen momento para redimensionarlo. Debemos plantear un modelo de turismo que cree riqueza en las comunidades donde se desarrolla y mejore el entorno y no que sea una fuente de desolación y contaminación. Tal vez tengamos que viajar menos, pero lo haremos mejor. Si tenemos la voluntad, podemos lograrlo.

Una nueva forma de vivir
Hemos visto que el teletrabajo es perfectamente viable en muchísimos casos. Ahora mismo, numerosas empresas están plenamente operativas con sus empleados en casa. ¿Qué pasaría si cuando salgamos de la crisis del COVID-19 se generaliza el teletrabajo como una práctica mucho más habitual? Evitar los millones de desplazamientos que a diario se producen para ir a trabajar es una medida de reducción de emisiones de gran calado.

Y hablando de trabajo, podemos crear una fiscalidad favorable e impulsar cursos de formación a desempleados para que puedan dedicarse a iniciativas que permitan reforestar el país, limpiar montes, ríos y mares, regenerar la biodiversidad y recuperar zonas rurales, lo que ayudaría a reducir el paro y solucionar el problema de la despoblación del interior peninsular.

Potenciemos la economía local, restringiendo las importaciones de productos que ya producimos aquí, a ser posible, ecológicos. ¿Porqué tenemos que contaminar por traer tomates de la otra punta del globo si los nuestros son estupendos? Apliquemos esta lógica a todo. Hay muchos ejemplos que, bajo el prisma de la reducción de emisiones y aprovechando el parón económico, podemos reconsiderar. El mercado no es útil si perjudica a la sociedad: hagamos que la huella de carbono forme parte del precio de los productos. De esta forma, poniendo un precio al CO2, será el propio mercado el que cree un modelo de proximidad que impulse una economía baja en carbono.

La industria debe reinventarse, rediseñar sus procesos, reemplazar el plástico y los productos de usar y tirar, priorizar la durabilidad y abrazar la economía circular para impulsar la reutilización, la mayor calidad de los productos y su reparabilidad y evitar los desperdicios. ¿Porqué no supeditar las ayudas a planes de modernización? En definitiva, aprovechemos el parón para cambiar lo que nos perjudica, para poner en el centro la vida humana y la naturaleza que nos sustenta.

Estas semanas de encierro forzoso nos están sirviendo para darnos cuenta de lo que verdaderamente era necesario en nuestras vidas. Y también de cuánto tiempo empleamos persiguiendo cosas materiales cuando el estar con las personas que queremos es el mayor tesoro. ¿Y si pudiésemos ser más felices con menos cosas?

A muchos quizás les parezcan propuestas irrealizables, pero son acciones que se pueden poner en marcha y que acabaremos haciendo porque el calentamiento no va a desaparecer solo. Llevamos demasiado tiempo pensando en cómo adecuar la actividad económica a los límites que marca el clima y el propio planeta y no damos con la tecla. Mucha gente defiende el decrecimiento y mucha otra entiende que el sistema no sobrevivirá a una economía que no crece mientras la población sí lo hace. Hay que hacer cambios urgentes y disruptivos, y esta es la mejor oportunidad para poner a prueba el sistema y ajustar lo que se sale de sus límites: debemos impedir que vuelva a activarse lo que está comprobado que produce más perjuicios que beneficios al conjunto. El economista Herman Daly, plantea que «crecer es solo hacerse más grande, pero que desarrollarse es hacerse mejor». ¿Y si diésemos una oportunidad al desarrollo frente al mero crecimiento?

Si todos nos quedamos en casa por responsabilidad, si apoyamos masivamente a los sanitarios y fuerzas de seguridad que están en primera línea, si aceptamos que, ante grandes males, grandes remedios, debemos exigir a nuestros gobernantes que tomen las medidas drásticas y que destinen los recursos económicos necesarios para hacer los cambios que la emergencia climática requiere. Sin retrasos, sin excusas. Con la misma pedagogía que estamos viendo estos días, explicando la verdad y alertando de las consecuencias. La gente común no termina de ver el peligro de la emergencia climática y, sin información veraz, no sabrá adaptarse ni estará preparada.

El coronavirus matará a decenas de miles de personas, pero lo pararemos y encontraremos una vacuna que lo erradique o lo mantenga controlado, igual que hemos hecho antes con otras enfermedades. Esta tragedia, por muy terrible que resulte, es minúscula comparada con los millones de personas que lo han perdido y lo perderán todo en las inundaciones, tornados y huracanes que se producen por el mundo. Solo en la ola de calor de 2013 en Francia murieron 3.500 personas, 1.000 muertos dejó el ciclón Idai en Mozambique, 1.833 personas mató el Katrina en Estados Unidos, 3.057 personas perecieron por el María en Puerto Rico, etc. Las pérdidas económicas asociadas a estos eventos extremos son incalculables y el escenario futuro traerá más catástrofes inducidas por el nuevo clima. Y cada vez serán más graves. Hay motivos de sobra para declarar el estado de alarma a escala mundial.

Aprendamos de esta crisis sanitaria y aprovechemos el momento para afrontar la gran crisis climática que también vivimos. Todo lo que hagamos o no hagamos hoy, salvará o condenará nuestra civilización en los próximos años. Y ahora sabemos que podemos salvarla.

FUENTE: (*) Este artículo fue escrito por Ángel Cano, director de comunicación de Climate Reality Project, con la colaboración de Fernando Valladares, Luis Morales, Claudia Montañés, Fernando Prieto, Alvaro Rodríguez, Susana Bayo, Veerle Minner, Claudia Cedano y Javier Martínez.
https://ethic.es/2020/04/emergencia-climatica-coronavirus-mundo/