domingo, 4 de octubre de 2015



MITO DEL DEPORTE Y VEGANISMO

Soy un chico deportista de 22 años. Empecé a practicar artes marciales a los 19. Hoy es 25/10/2012, y escribiendo esto me doy cuenta de que ya han pasado casi 4 años desde que me inicié. 
Rafa Marin

En el Dôjô, encontré personas de gran potencial. Entre ellas, la que me informó más exhaustivamente y me hizo interesarme más por el veganismo fue mi Senpai. Estuve dándole vueltas unos 3 años, hasta que vi por mi cuenta uno de esos vídeos tan duros de investigaciones en granjas. Después de llorar un rato y de que se me pasaran las náuseas, medité y me reafirmé en mi decisión. A partir de ese mismo instante no consumiría productos cuya extracción y preparación supusiera el sufrimiento de otro animal... de cualquiera de mis hermanos, fuera cual fuera su especie.

Me informé lo más rápido y lo mejor que pude al respecto. Acudí a mi Senpai, y me dio cuatro consejos. Fui de tienda en tienda, probando cosas nuevas. Probé sustituyendo la carne por tofu, seitán y tempéh, y los lácteos por leches de soja y avena chocolateadas. Para una persona que no hace deporte a menudo está muy bien. Pero, a medida que pasaban los meses, en el Dôjô las exigencias eran mayores. Necesitaba rendir más. No es que no rindiera por ser vegano. Es que yo siempre he tenido una constitución débil. De hecho, hasta los 21 años, he tenido un aspecto incluso enfermizo...

La cosa cambió hace dos o tres meses, cuando quise subir un peldaño e ir más allá. Más allá de la dieta rutinaria y los hábitos impuestos por el sistema. Necesitaba alimentarme “de verdad”... Ser vegano no era suficiente, ya que ser vegano no implica comer mejor. No tiene nada que ver.

Nunca me desanimé, porque sabía que lo de que no puedes ser deportista siendo vegano era una falacia, ya que sólo ver el físico que tenían mis compañeros veganos quedaba bastante claro.

Así que empecé una dieta especial, con información nutricional específica adecuada a mis necesidades, centrándome en semillas, pseudocereales, leche de coco, frutos secos, fruta y hortalizas, y dejando de lado las “guarrerías”, la comida envasada, etc... Ahora sigo una dieta paleolítica-vegana, 70% crudivegana.
Empecé a entrenar 6 días a la semana, y así llevo 1 mes. No tengo agujetas.

En la foto podéis ver el resultado de sólo 1 mes.

Y esto, amigos y amigas, no será por un tiempo definido. Esto ya es mi estilo de vida.

Hablando en plata, el mito de que el veganismo es incompatible con el deporte es una chorrada.
Si quieres, puedes.

Anímate, infórmate, invierte en comida, sé constante y no te rindas. La “mala genética” es una excusa barata para la pereza. Apóyate en aquellos que saben y que te ayudarán sin dudar. Vale la pena.

Tal y como me dijo una vez mi Senpai:

“Esdevenim allò que volem ser”.
“Nos convertimos en aquello que queremos ser”.

FUENTE: http://www.haztevegetariano.com/

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